lunes, 21 de julio de 2008

DEALERS - VILLA 20 DE FEBRERO


El auto se aleja del Estadio Delmi.
Mily me narra el pasado de un barrio diagramado en torno al club, un barrio de tablones en la calle y almuerzos en vecindad, un barrio de navidades y años nuevos de a cientos. Se pierde en recuerdos de su infancia, se empapa en los de la fiesta con que los vecinos inauguraban la llegada del asfalto.

Hoy gran parte del barrio es la Villa 20 de Febrero.
Mily es madre de familia, remisera de 38 años. Nacida y criada.
Desde que la policía ingreso en la villa – me dice- la venta se expandió y diversifico por fuera del barrio, como única y necesaria salida a la presencia de los azules-.

El remedio fue peor que la solución y ahora es fácil ingresar a la villa pero difícil salir.
Sus vecinos mueren de viejos o de sobredosis.

-En salta se consigue fácil-. Mily me muestra el colegio, me muestra la bailanta, y a su lado el quiosco. La bailanta va de 12 a 5, al quiosco nunca lo vio vender mas que chicles y puchos. –Y que los van a detener si esta todo armado, hasta la señora que lo maneja es una abuela de 80 años, mira si se van a llevar a la vieja, es un negociado, saber lo saben todos-.

La diversificación, huyendo del ingreso policial en la villa, obligo a los dealers a señalizar sus nuevos puntos de trabajo.
Barrios adentro y lejos de la turística plaza principal y de su casco histórico, la droga se busca con la vista en el cielo.

Mily me muestra el primero.
Los dealer cuelgan pares de viejas zapatillas en los tendidos eléctricos, uno marca el inicio de la zona de compra, un segundo par el final, el lado del que cuelga marca una u otra vereda.No tenes que encontrar a nadie, ellos encuentran tus ojos en los cables y tu cara de comprador.

Mientras, por el casco se pasean chicos de una asociación que los rescata. Los chicos se reinsertan trabajando en una panificadora, y venta del producto final mediante, los coloca de nuevo cara a cara con la sociedad.